Estructuras

Cerro de El Sombrerete

Para el estudio de las estructuras se han tenido en cuenta tres aspectos, como son los materiales con los que se construye, las técnicas constructivas y el tipo de estructuras.

Materiales

La piedra aparece con mayor frecuencia en la excavación, ya sea formando parte de muros, o de rellenos de nivelación cuya finalidad es formar terrazas sobre las que se asentaran los suelos de los edificios. Aparecen de forma casi exclusiva las calizas triásicas de Sierra Elvira, en forma de mampuestos, simplemente exfoliada, nunca en sillares ni siquiera en sillarejos. Su tamaño varía según la función de la estructura en que se incluya, siendo los de mayores dimensiones los empleados en la muralla, aunque son más frecuentes los mampuestos medianos e incluso pequeños. Los más pequeños se emplean para rellenar los espacios entre las caras del muro y como ripios para regularizar el paramento.

En cuanto a las canteras, estos mampuestos proceden del entorno más cercano del yacimiento. Se trata de calizas grises refractarias que abundan en toda la sierra, a menudo en superficie. Se ha identificado una cantera en los Caballitos del Rey, donde se observan marcas de extracción de piedra. Para la explotación se aprovecharon las divisiones horizontales de la roca. La roca se agrietaría por la introducción de cuñas de madera dilatadas por la humedad. El resultado serían bloques de dimensiones variables, aproximadamente paralelípedos, que apenas necesitarían una nueva talla para su puesta en obra. Es posible que posibilidad se utilizase también piedra procedente de La Malahá. Se trata de una arenisca, amarilla, muy blanda, que por su facilidad para la talla se utiliza en detalles arquitectónicos, apareciendo asociada a la puerta de la muralla. Su uso implica una recuperación de la organización del trabajo artesanal, que había sufrido una crisis generalizada en el Mediterráneo Occidental con la crisis del mundo antiguo. Mientras que las canteras de El Sombrerete, se encuentran a corta distancia lo que permite a los habitantes de la ciudad explotarlas en caso de necesidad, las canteras de La Malahá, aunque no lejanas, conllevan mayores dificultades para su explotación y necesita un trabajo de labra más complejo para su puesta en obra. Obliga también a pensar en la recuperación, sino en el mantenimiento, de las vías de comunicación. Esto, unido a la observación anterior refuerza la idea de que la construcción de la alcazaba y más concretamente de su muralla parte de la iniciativa estatal, la única capaz de afrontar las dificultades que conlleva esta empresa, aunque tuviera que contar con la colaboración de gentes del lugar, capaces de suministrar la mano de obra precisa para las labores más pesadas y menos especializadas.

La tierra es el material más usado, tanto para muros como para suelos. Mientras que su puesta en obra es bien conocida, ya que su uso ha sido frecuente hasta momentos recientes, su proceso de extracción es más desconocido. Es posible que se extrajese del entorno del río Genil, aunque parece más probable que debido al mayor volumen necesario para construir muros se busquen fuentes de aprovisionamiento más cercanas. En cualquier caso, se pueden diferenciar a simple vista el empleo de distintos tipos de tierra, que varían entre un color verdoso pálido, a colores rosados, pasando por amarillos y crema. Todos ellos son colores visibles en los cortes realizados por canteras y caminos en la sierra. Un análisis de la composición de los derrumbes, debería arrojar luz, sobre si el empleo de distintas tierras es casual o si por el contrario responde a diferencias en la función de los muros, o a la adscripción de las construcciones a diversos grupos.

En el caso de la tierra empleada para la construcción de los suelos sí parece más claro que procede de la descomposición de la roca madre, que origina una tierra de color rojo muy vivo con abundante árido de grano medio. En algunos casos se observa que la tierra se ha empleado para rellenar huecos entre grietas tan habituales en la caliza.

La cal no se puede considerar una materia prima, sino un producto elaborado a partir de los componentes de la roca caliza y marmórea, que era abundante en el entorno. Este material es indispensable para impermeabilizar las construcciones, está siempre presente en el tapial así como en los pavimentos blandos, como aglutinante para darle consistencia. También se emplea para unir las tejas entre ellas y fijar la techumbre al cañizo que le soportaría. La cal se empleó también en el recubrimiento de las paredes, para impermeabilizarlas, y ha sido posible documentar  en fragmentos de enlucido pintado en rojo y en blanco.

La cerámica también se puede considerar un material de construcción puesto que el tapial contiene fragmentos de cerámica para mejorar su consistencia, o que éstos se emplean como ripios, para regularizar las hiladas de mampuesto. Sin embargo, no tienen un papel importante en la construcción. El material cerámico más abundante son las tejas que servían de cubrición a las viviendas. Se trata de una producción estandarizada aun cuando se encuentran diferencias entre ellas. Se observan dos grandes grupos. Uno se caracteriza por ser finas y presentar una acusada curvatura, mientras el otro incluye piezas más gruesas y son más planas Casi anecdótico es el empleo de ladrillos. Sólo se ha documentado uno in situ en la excavación, sobre un pavimento de opus que es similar al signinum romano. Los ladrillos son escasos en la zona de la Vega granadina. Esto no empieza a variar hasta la llegada de los almohades. Este material, así como los escasos fragmentos de tégulas recuperados en los derrumbes, hay que relacionarlos con el reaprovechamiento de restos romanos (hoy en día no hay dudas de que en el solar de la madina hubo un importante asentamiento romano y tardorromano), mientras que no se descubran nuevos indicios.

La roca madre no sólo ha servido de asiento a las construcciones de la alcazaba, también ha sido modificada para emplearla tanto en espacios públicos como privados. Se ha modificado, aprovechando su disposición escalonada, para convertirlas en una comunicación entre la zona baja y alta del cerro. Así mismo se han realizado una serie de qanat, excavados en la roca madre. También hay un ejemplo en que la roca se ha cortado a plomo para constituir los muros de un edificio, se trata del complejo estructural descubierto en el sondeo 5200.

En cuanto a la madera, aunque no nos han llegado restos, no se puede dudar de su empleo generalizado en la cubrición de las viviendas. También es posible que la madera se emplease en cerramientos de puertas y ventanas. Aunque esto se puede hacer mediante telas, su elevado precio en este periodo, y la dureza del clima obligan a pensar en la primera opción. Por último no sería extraño que se emplease la madera para formar divisiones en una construcción, aunque no se han encontrado sus huellas en las intervenciones realizadas hasta el momento.

Las técnicas constructivas

La mampostería es la técnica más ampliamente documentada en la intervención de 2005. Esto se debe a la fuerte erosión que los restos han sufrido, sobre todo en la ladera de El Sombrerete, donde la aridez y la fuerte pendiente dificultan la formación de suelos, lo que ha expuesto los restos a una fuerte erosión. La mampostería se ha empleado en la base de los muros para evitar que el alzado, realizado ya en tapial, sufriese los efectos de la humedad. Llama la atención que en el cerro no existe cimentación propiamente dicha, sino que la base de mampostería se apoya directamente en la roca, adaptándose a ella y en ocasiones cortándola para obtener una superficie más lisa. Esta es una característica común de las construcciones domesticas andalusíes. En el caso de la zona llana sí existe la posibilidad de que se realizase una cimentación.

La disposición de la mampostería es irregular, aunque siempre tendente a obtener hiladas horizontales. Generalmente se puede apreciar la tendencia al uso de piezas de mayor tamaño en las esquinas de las construcciones, donde se acumularían las tensiones. Estos zócalos de piedra de Madinat Ilbira están realizados con la técnica de muro a saco, esto es, se colocan dos hiladas de mampuestos de cierta entidad formando las caras del muro, rellenando los espacios libres entre ellos con piedras de menor tamaño, generalmente ripios. Ésta es una técnica ampliamente documentada en yacimientos medievales y anteriores.

El alzado de los muros sobre estos zócalos de mampostería se realizó en tapial. Por desgracia, la fuerte erosión sufrida por los restos ha producido su desaparición casi completa, sólo se ha conservado parcialmente en el sondeo 4200. El tapial empleado en Madinat Ilbira parece muy endeble, en el caso de la muralla, se ha conservado parte del alzado de tierra de la estructura, se puede comprobar a simple vista que apenas contiene cal, esto es visible también en el sondeo 5100 donde se ha recurrido a un tapial con gran proporción de piedra, en torno a los 10 cm de longitud. Es frecuente que para aumentar la resistencia del muro se incluyan en la mezcla fragmentos de escoria metálica, de cerámicas y piedras, pero en este caso para poder soportar estas inclusiones sin deterioros el muro tiene que tener una anchura considerable, debería tratarse por tanto de un muro portante. En este mismo sondeo se encontró otro muro más de tapial, de color rosado, éste si parece contener una mayor cantidad de cal. La técnica de tapial permite construir de forma económica y rápida grandes estructuras defensivas.

En cuanto a los suelos es común encontrarse una tierra rojiza, con abundante zahorra, que regulariza la superficie de la roca. Esta tierra se ha podido comprobar que procede de la descomposición de la roca, se puede encontrar todavía en depósitos de génesis natural y en grietas de la roca. A simple vista parece diferente de la que compone los muros, presentando una tonalidad más rojiza pero sólo un análisis podría confirmarlo. En el caso del complejo estructural sacado a la luz en el sondeo 5100 el suelo se apoya en los muros. En las células habitacionales descubiertas en los sondeos 4100 y 4200 este nivel se apoya en los muros cortos de la construcción y es contenida por los muros que miran al pie del monte. Como ya se ha dicho en el sondeo 3100 la mayor pendiente obliga a elevar el suelo del edificio construyendo una terraza sobre la que se apoya posteriormente el suelo.

El opus signinum es una técnica extendida por todo el imperio romano, en época altomedieval su representación en el registro arqueológico se ve muy reducida. Consiste en una argamasa formada por fragmentos de cerámica mezclados con cal. Su uso suele estar asociado a almacenes de agua o a actividades donde se emplee este elemento. En la campaña de 2005 se pudo documentar un ejemplo de este tipo de suelo en el sondeo 5200, esto es en la zona llana, asentado directamente sobre la roca. Por la cantidad de escorias de metal y de dos bocas pertenecientes a un qanat se ha interpretado este complejo como un taller lo que explica el recurso a esta técnica en este sondeo.

También se aprovechó la propia roca madre, puesto que algunos muros están tallados en ella, como en el sondeo 5200, donde tres de los muros se han realizado de esta forma. En el sondeo 4100 existe la posibilidad de que un escalón natural de la roca se haya empleado de forma intencionada como repisa e incluso el suelo en lugar de homogenizarse presenta tres escalones que se han podido emplear como organización de la estructura. También talladas en la roca están las vías de comunicación que organizan la distribución de los edificios de la alcazaba. En el sondeo 3100 se ha podido documentar una escalera que recorre el cerro de arriba abajo. Sus escalones, realizados en la roca seguramente aprovechen las líneas de fractura que presenta la roca madre en abundancia. Por ultimo hay que señalar que también se encuentran excavados en la roca los qanat que abastecieron la urbe, en la prospección se han identificado no menos de cuatro líneas de pozos de ventilación de estas galerías. En el sondeo 5200 se han podido excavar parcialmente tres pozos.

Respecto a las techumbres, no cabe duda de que la forma de cubrición de los edificios de la ciudad fue la teja. Existen dos tipos de teja seguramente con la intención de asegurar su firmeza. Estás estaban sujetas entre ellas por cal, material que se empleo también para unirlas al entramado de cañizo que las sujetaría, del que sólo se han conservado improntas en la excavación de 2006. Todo este entramado estaría sustentado por vigas de madera, más bien cortas, sin que hayan aparecido huellas de poste. No se puede precisar con seguridad que forma tendrían estos tejados, pero seguramente fuesen construidos a doble vertiente, como sugiere la gran cantidad de tejas procedentes del sondeo 4100 y en la forma que cayeron.

Tipo de estructuras

Se pueden distinguir edificios privados y edificios públicos.

Entre los primeros se pueden distinguir varios tipos: células de habitación, donde se incluyen las construcciones de la alcazaba. Se trata de edificios rectangulares, de pequeñas dimensiones, construidos en sentido transversal a la pendiente. Se han exhumado en total cuatro de estas construcciones. Estas construcciones se asemejan al bit, la vivienda tradicional de las zonas rurales de Marruecos. Alargadas, asentadas directamente en la roca, en ocasiones cubiertas mediante tejas, pavimentos de tierra apisonada a veces encalados, estas células pueden agruparse. Concretamente en el Rif es posible ver la distribución en tres niveles aprovechando los escalones del terreno, como sucede en el sondeo 4100. Parece posible que varias de estás construcciones hubiesen realizado juntas el papel de una vivienda para un grupo familiar extenso. Esto se deduce de las grandes diferencias de ajuar entre unas y otras; y de su organización formando grupos; viviendas-talleres en la zona baja, donde las construcciones parecen hacerse más complejas. En el sondeo 5100 incluye al menos un patio y una habitación y la existencia de una fosa rellena de ceniza podría indicar que en su interior se realizaba algún tipo de actividad artesanal. Más complicación presenta el sondeo 5200, presenta una zona cubierta cuyas paredes se han excavado en la roca, con un suelo que parece de opus signinum, sobre el cual es posible que se apoyase un pavimento de ladrillo, pues encima de el apareció dispuesto convenientemente en horizontal el único ladrillo que se ha encontrado. Se le asociaba un espacio abierto donde se descubrieron tres pozos alineados.

Entre construcciones públicas destaca la muralla. Presenta dos tramos diferenciados, por un lado el excavado en el área 6000, presenta un zócalo continuo, que abarca toda la anchura de la construcción, 1,80 m. Mientras que el tramo que desciende por la ladera oeste del cerro, el del sondeo 4200 y que procede del área 1000, presenta una serie de escalones de 2,00 m de anchura con forma de U, construido cada uno por tres muros de mampostería. Su interior se rellenó con un mortero. Sobre esta base se levantó la muralla en tapial. Está diferencia debe explicarse porque la orografía de la cara este de El Sombrerete es más complicada que la norte, donde se encuentra el área 6000. Hay que señalar que en un ejemplo de economía del esfuerzo la muralla no parece cerrar completamente sino que aprovecha el relieve escarpado de los Caballitos del Rey para completar la defensa, pero esta idea necesita ser confirmada en posteriores intervenciones. En cuanto a los espacios abiertos, se aprovecha el entorno natural y lo transforman. Así en el sondeo 6200 frente a la puerta de la muralla se han dispuesto algunas losas de piedras para que ese espacio sirviese como plaza. La escalera excavada en la roca, descubierta en el sondeo 3100 también es un ejemplo de la adaptación del medio ambiente. Por último, el abastecimiento de agua, una de las principales infraestructuras, imprescindible para el asentamiento, se ha realizado mediante galerías excavadas en la roca, esto es un qanat. En el sondeo 5200 se ha podido documentar parcialmente una de éstas construcciones, pero en la zona llana se pueden ver varias líneas de pozos.

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