Tejas

Cerro de El Sombrerete

Se extrajeron grandes cantidades de tejas en algunos ámbitos de los diferentes sectores excavados, incluidos, aunque en menor medida, los de la muralla. Todas las tejas extraídas son de forma en U, la clásica teja árabe, aunque se observan diferentes tendencias en la pasta y en el ángulo de cierre de algunas de ellas. Los criterios de clasificación de las pastas de las tejas han sido, ante todo, las intrusiones y, en segundo lugar, el color, ambos vistos en un corte reciente. A través de este método podemos imaginar cuál sería el proceso de fabricación de las mismas: recogida de tierra, que se sometería a un decantado mínimo, conformación de las formas en moldes y cocción en un horno a cielo abierto, donde alcanzarían temperaturas no excesivamente altas. Eso produce pastas con gran cantidad de intrusiones, fácilmente fracturables y de textura jabonosa. Tienen además una gran densidad, dando como resultado tejas bastante compactas y pesadas. Hay que señalar que la malacofauna que aparece en las tejas ha sido de vital importancia para el estudio de las mismas.

Se han podido diferenciar varios grupos:

Grupo A: Es el más abundante en todas las áreas, aunque se observa una generalización del mismo sobre todo en el área 5000, donde es casi el único grupo existente. Se trata de una teja bastante fina y menos densa que las demás, en la que además se observan con bastante claridad los dos tipos de moldes, el plano y el curvo. Las mejor conservadas son todas curvas, probablemente por la mayor fragilidad de las más planas; tienen alrededor de 25 cm de largo, unos 20 de ancho máximo, 8 de nimbo máximo y entre 2 y 3 cm de grosor, según las zonas. Hay que señalar que en el área 5000 se observa un mayor grosor de este tipo, tanto que casi podríamos asimilarlo al grupo C, pero lo mantenemos aquí debido a la pureza de la pasta.

Grupo B: Se ha detectado en todos los sondeos. Se trata de una teja gruesa y de un tamaño enorme, de una longitud de en torno a 40 cm, y una anchura de unos 30 cm. Podría tener también una versión plana, aunque no estamos muy seguros de este punto. La pasta suele aparecer picada y agrietada, porque su consistencia es mínima.

Grupo C: Se trata de un tipo de teja de dimensiones similares a las del grupo A, pero con mayor grosor y densidad. Se localiza como grupo secundario en todos los casos, lo que nos hace pensar que podría incluso tratarse de un subgrupo del A. Tampoco estamos seguros de que exista una versión plana de esta teja.

Otros grupos: Hay que señalar también que existen algunos grupos de pastas que han aparecido en una minoría muy clara. No sabemos si atribuirlas a restos de otros grupos usados en algún otro lugar o a posibles derivados de las pastas conocidas. Podría tratarse de intrusiones procedentes de arrastre, si asumimos que este hecho se produce en un momento temprano, anterior al sellado de los estratos estudiados hasta el momento. Hay que tener en cuenta que estas tejas aparecen sobre todo en el área 4000, que se caracteriza por ser la única (con la excepción de la 1000, la cima del Sombrerete) donde se han documentado estratos de arrastre provenientes de la zona alta y datados en épocas anteriores al siglo IX.

El proceso de fabricación de las tejas

El proceso de fabricación de las tejas no ha levantado tanto interés como otras formas de producción, por lo que existe poca bibliografía. Sabemos que es similar al de la cerámica, puesto que sus productos son objetos de barro cocido, así que el conocimiento que tengamos de esta práctica es un punto de partida útil. Sin embargo, debemos de marcar una serie de puntos de partida en la producción de tejas, que pueden o no ser compartidos por el alfarero.

La producción de tejas es eminentemente utilitaria, no es de carácter «artístico». Son complementos de proyectos arquitectónicos, por lo que desde el inicio debe existir una cierta planificación en cuanto a la cantidad y la forma producida. Alternativamente, podríamos pensar que exista una producción de tejas destinada a la venta.

Se requiere un cierto conocimiento previo para el proceso de producción pero no extremadamente especializado, por lo que no podemos suponer automáticamente que el trabajo recayese necesariamente en un especialista. La especialización en la fabricación de materiales de construcción no se dará hasta épocas más tardías (al menos hasta que la sociedad andalusí alcance su apogeo urbano en los siglos X y XI).

La actividad de producción de tejas no puede ser especializada, a no ser que se demuestre el caso de que un especialista abastezca a diferentes núcleos, con el consiguiente gasto en transporte. Se trataría, sin duda, de una excepción, aunque no se puede descartar del todo. De hecho, el transporte de materiales de construcción para reutilizar desde puntos lejanos no es inadmisible, así que tampoco debe serlo el de los de nueva fabricación.

Para el estudio de la producción se pueden tomar como base las mismas operaciones necesarias para la fabricación de arcilla: selección de la materia prima, transporte hasta el lugar de trabajo, preparación de la pasta, modelado, cocción y distribución.

Para las tejas y todos los materiales de construcción se requieren arcillas arenosas o incluso margas arcillosas, nunca en estado demasiado plástico, porque eso produciría la deformación o quiebro de la teja. El exceso de plasticidad puede corregirse añadiendo arena fina o margo-calizas, mientras que su falta requiere el añadido de arcillas plásticas (que sin embargo son más útiles para ser aprovechadas por los alfareros) o de margas. La mezcla da como resultado una pasta muy fusible, por lo que debe ser poco cocida y queda porosa, quebradiza y, en el caso de Madinat Ilbira, hasta deleznable en algunos casos. La preparación de la pasta, así como el modelado, requiere operar en un espacio abierto de cierta amplitud, y se debe realizar una decantación mínima, o al menos un limpiado manual de las mezclas, y luego dejarlas reposar en tinas u hoyos aislados de la tierra. Para el modelado la pasta se humedecería y se colocaría, dispuesta en láminas, encima de moldes realizados al efecto, en madera o más posiblemente en tierra. Para evitar el pegado de la arcilla, éstos deberían estar cubiertos de arena, cal o cenizas. A continuación se pasaría una rasera por encima, dándole a la teja la forma deseada. El uso de esta rasera está claro en las huellas longitudinales de peinado que se pueden ver en todos los tipos de tejas. Posteriormente se secarían al sol y luego se cocerían. Respecto a este punto, no tenemos ningún dato de cómo podría hacerse, pero los paralelos etnográficos y las condiciones del yacimiento nos sugieren que se excavarían fosas a cielo abierto donde se introducirían los materiales y luego se cubrirían prendiéndoles fuego. Lo ideal es dejar intersticios entre las diferentes tejas para que el aire caliente corra entre ellas y las homogeneice, pero ello requeriría una cierta destreza en la fabricación de un horno tan grande y una cuidadosa planificación en la carga del mismo. Más al contrario parece hablar el hecho de que las tejas de Madinat Ilbira, al menos en las áreas 3000, 4000 y 6000, son muy variadas en el resultado de su cocción. Con mucha diferencia se presentan las del área 5000, y por lo que sabemos hasta el momento, las del llano (zona II), que parecen ser mucho más homogéneas.

El resultado de esta producción es un conjunto de tejas listo para su uso, donde habrá posiblemente un cierto porcentaje de pérdidas o defectos. Es fácil imaginar que, en previsión del mismo, el número de tejas puesto a fabricar sea siempre superior en algo al requerido, lo que a la larga puede generar incluso excedentes de producción. Estos excedentes podrían almacenarse para su uso futuro o incluso podrían intercambiarse con otros grupos que por determinadas razones no estuvieran en posición de fabricar sus propias tejas. Este podría ser uno de los puntos claves en el desarrollo del comercio y de la red de alquerías y ciudades que generaría con el tiempo la sociedad clásica andalusí entre los siglos X y XI.

Como hipótesis sobre el origen de la arcilla para la fabricación de las tejas se puede estudiar la malacofauna aparecida en las tejas. La malacofauna de Sierra Elvira es poco diversa, tan sólo incluye varias especies del género Iberus (I. gualtieranus , con dos subespecies, e I. ¿marmoratus?), Rumina decollata, Sphincterochila candidissima, Ferussacia sp., Xerosecta sp. y Jaminia quadridens. De estas especies, sólo la ubiquista Rumina decollata ha sido encontrada en las tejas. La fauna encontrada en las tejas, por su diversidad, densidad, y composición, se corresponde con una fauna propia de zonas más húmedas que Sierra Elvira, tales como la Vega de Granada. Por este motivo, se sugiere que la arcilla empleada en la fabricación de las tejas no fue recogida en la propia Sierra Elvira, sino que fue recogida, probablemente, en la vega. Por la densidad de caracoles apreciada, debía tratarse de una zona húmeda (dentro de los cánones del clima mediterráneo), quizá un lugar donde se realizaban cultivos de regadío, o en las proximidades de un río.

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