Análisis de estructuras

La construcción es una de las principales actividades humanas y, sin lugar a dudas, es la artesanía que más influye en la configuración de un yacimiento.  Por este motivo es necesario el estudio de la edificación, que intente definir los procesos empleados en su construcción. Estos procesos constructivos reflejan la organización del trabajo, las necesidades y recursos de una sociedad, siendo por tanto huellas de la organización social y económica de los antiguos pobladores de un núcleo. Una línea en que se están centrado muchos esfuerzos es constatar las posibilidades de datación a través de las técnicas constructivas, la mensocronología, análisis arqueométricos, etc, sin que haya aún unos resultados definitivos al respecto, aunque sí unas líneas de evolución generales.

Aspectos principales para el estudio de las estructuras

El material de construcción

Es fundamental conocer la procedencia y las características del material empleado en la construcción. Los litotipos serán más o menos limitados según la disponibilidad de fuentes explotables. Los principales materiales empleados en la construcción serán piedra; tierra, ya sea cruda (morteros) o cocida (cerámica);  materiales aglutinantes, principalmente cal y yeso; y materiales vegetales, fundamentalmente vigas de madera.

La piedra es el material que se ha conservado en mayor cantidad. En su mayor parte se trata de la caliza terciaria que abunda en toda la sierra, aunque también hay losas de yeso geológico, fragmentos de piedra arenisca, probablemente proveniente de La Malahá, y existen referencias al trabajo de mármol procedente de canteras locales. También la roca es importante en algunas estructuras.

La tierra, material peor conservado, fue sin embargo el más empleado. Se trata principalmente de tierra procedente de depósitos cercanos, como se puede comprobar por su composición. En cuanto a la cerámica, el único material significativo es la teja curva, apareciendo fragmentos de tégulas y ladrillos de forma muy ocasional, seguramente reutilizados.

La cal, procedente de la calcinación de piedra caliza, se ha usado en muy baja proporción, salvo en enlucidos y algunos morteros que se pueden considerar excepcionales, relacionados con obras hidráulicas o como en un enterramiento monumental.

Por último, se debió usar madera en los forjados pero sólo se han conservado carbones procedentes de los derrumbes; un análisis antracológico podría definir las especies empleadas.

La elaboración

Las materias primas no se suelen emplear tal y como aparecen en la naturaleza, sino que pasa por más o menos procesos a fin de que sea útil en la construcción. Estos  procesos de modificación pueden ofrecer datos sobre el grado de especialización y organización del trabajo. La piedra se puede presentar de mayor a menor grado de elaboración, en forma de ripio, mampuestos, sillarejos y sillares; en el caso de suelos además hay que tener en cuenta las losas más o menos regularizadas. La tierra cruda con diversos añadidos (fundamentalmente cal) aparecerá fundamentalmente en muros de tapial o de adobe, en morteros y suelos. Los principales materiales cerámicos son la teja y el ladrillo, aunque existen también tuberías y elementos decorativos. La madera presenta diversos grados de trabajo desde el simple descortezado a la talla regularizada. La cal y el yeso proceden de la calcinación de la piedra caliza. Se emplean mezclados con agua y árido o tierra.

La puesta en obra

La forma en a que los materiales se combinan en la construcción, o aparejo, resulta un aspecto fundamental puesto que informa de las distintas tradiciones. Así se pueden obtener datos sobre la evolución del trabajo de albañilería o comprobar la existencia de distintos grupos con distintos procesos de construcción. Se atiende fundamentalmente a la disposición más o menos regular de los materiales, al espacio o llaga existente entre ellos, etc.

Las dimensiones

Las dimensiones de los materiales, principalmente ladrillos, se emplea como indicador cronológico en varias regiones. En España su estudio no está sistematizado aunque se observa una tendencia a la progresiva disminución de su tamaño. En cualquier caso en época altomedieval en al-Andalus su uso no es un muy frecuente por lo que no resulta significativo, existe el mismo problema con otros materiales cuyo uso es muy limitado como ocurre con los sillares, o que apenas se han conservado, caso del tapial. Para la mampostería estos estudios no son de utilidad porque evidentemente no se trata de un producto de mampostería. Mientras que para las techumbres se carece de ejemplos para comparar, por la escasa atención prestada a las tejas.

El acabado

El tratamiento que recibe la cara del muro, aparejo visto o revestimientos más o menos elaborados, puede suponer un rasgo diferenciador, bien sea de distintos niveles sociales o de gusto estilístico, por lo que puede ser un indicador cronológico.

La argamasa

La composición de la argamasa o morteros empleados en la construcción puede ofrecer algunos datos de tipo cronológico y de organización del trabajo. La presencia de ciertos aditivos en lugar de otros son indicativos de cierta evolución del conocimiento técnico.

Gran parte de estos análisis se basan en un trabajo de campo previo, son imprescindibles la representación de plantas y alzados, y una exhaustiva documentación durante el trabajo de campo.

Las técnicas constructivas

En cuanto a la elaboración, la piedra aparece fundamentalmente en forma de mampuestos, sin recibir ningún trabajo al ser extraídos de la cantera, ya que cuentan con una forma aproximadamente prismática, aunque han podido ser ligeramente regularizados en las partes que formen las caras. Se ha documentado un único ejemplo de un muro de sillarejo, que se ha realizado mediante una somera talla. Igualmente existen noticias de muros de sillares, por M. Gómez-Moreno González y hay indicios de que la piedra arenisca ha sido empleada de está forma en la puerta de la muralla de la alcazaba. La piedra también se empleaba en forma de ripio, es decir piedra de pequeñas dimensiones, probablemente desperdicios de cantera. Existen ejemplos de losas planas.

La tierra cruda, utilizada en tapiales, rellenos y suelos, se empleaba mezclada con aditivos como la cal, que, salvo en casos concretos, aparece en muy baja proporción. Incorpora otros elementos para darle más compacidad, como piedra, cerámica, huesos o escorias de metal, que aparecen como inclusiones.

En lo que respecta a las tejas, el proceso de elaboración es similar al de la cerámica hasta el momento del modelado, aunque la diferencia de resultado en las pastas sugiere alguna diferencia. En general las tejas se horneaban en grandes tandas con la que la cocción no era homogénea siendo frecuentes ejemplares mal cocidos. En líneas generales se observa cierta tendencia a la regularidad, que puede resultar muy interesante, indicando la estandarización de la producción.

La cal procede de la calcinación de la roca caliza. Se trata de un proceso prolongado y en el que la práctica empírica tendría bastante importancia. En primer lugar la piedra debía fragmentarse antes de cocerla, evitando que el núcleo no se calcinara. La cal tal como sale del horno se denomina cal viva, que para ser útil en construcción debe apagarse añadiéndole agua. Parece que en Madinat Ilbira a tal fin se empleaba una fosa excavada en la tierra, para evitar su fraguado en contacto con el aire se cubría con tierra. Antes de su puesta en obra se mezclaba con la tierra o se le añadía una proporción variable de árido, aunque en los casos estudiados no es muy abundante.

Sobre la madera carecemos de indicios que indiquen su elaboración, sólo sabemos que debía secarse para evitar que se pudriese, pero no sabemos hasta que grado de talla se sometió, siendo posible que se utilizase simplemente descortezada.

La forma en que estos materiales se han combinado en el yacimiento son bastante limitados. La piedra salvo en la puerta mencionada se ha limitado a los zócalos de los muros, siendo colocada sobre uno de sus lados mayores, a soga, es decir en la misma dirección que el muro, formando dos líneas paralelas, las caras del muro. Los huecos entre ambas líneas se rellenan con ripio y mortero, que también se emplea para regularizar las distintas hiladas.

La disposición es irregular aunque siempre tendente a la formación de hiladas horizontales. Se puede observar una tendencia a que los mampuestos mejor escuadrados y de mayor tamaño se empleen en las esquinas y la base de los muros. La heterogeneidad misma del material de construcción produce llagas amplias rellenas por un mortero terroso, con baja proporción de cal. Sobre esta base se levantaría la obra, fundamentalmente de tapial. Se trata de un tapial con una proporción muy baja de cal, que se suple con inclusiones, que en ocasiones son muy abundantes.

Respecto a las cubiertas, son exclusivamente de teja curva, por la abundancia de este material en los derrumbes, y posiblemente estuviesen realizadas a dos aguas. La ausencia de pies derechos sugiere que no se empleaban varias vigas empalmadas. Sobre las vigas se disponía un cañizo, sobre el que se vertía un mortero que por lo general contenía abundante cal. Sobre esta preparación se colocaban las tejas, existen dos variedades, una más abierta que se colocaría con la concavidad hacía arriba y otra más cerrada que debía emplearse colocada en posición contraria a la anterior, sobre sus juntas. Esta parte estaría sometida a reparaciones constantes.

En cuanto a los suelos, los más frecuentes son de tierra, apisonada a tal efecto o por el simple uso, contiene inclusiones de todo tipo y una proporción variable de cal. Hay ejemplos más elaborados en los que se ha empleado losa de caliza, o piedras medianas, e incluso un ejemplo que por su factura recuerda a un opus signinum, con abundante cal, inclusiones de cerámica muy fragmentada y que ha recibido un pulido final.

Como se ha dicho, las dimensiones de los materiales más empleados en Madinat Ilbira no es demasiado significativa puesto que los mampuestos no se pueden producir de forma estandarizada. Se han estudiado las tejas que parecen experimentan un proceso de estandarización, con unas medidas muy variables en la alcazaba y más regulares en la zona baja.

Hay que suponer, aunque se haya podido comprobar su existencia en pocos casos, que la obra recibiría un enlucido con unos morteros ricos en cal, pero su grado de deterioro impide concretar más respecto a este aspecto. Sabemos por M. Gómez-Moreno González que en la ciudad se emplearon enlucidos de yeso decorados con motivos pintados, e incluso yeserías. En las intervenciones más recientes sólo se han recuperado algunos fragmentos pequeños de enlucidos pintados en almagra.

Finalmente en lo referido a las argamasas, ya se ha comentado su composición al referirnos a la puesta en obra de la cal. Sólo cabe destacar la baja calidad de los morteros empleados para unir la mampostería, muy terroso y que contiene una baja proporción de cal, al igual que en otros yacimientos coetáneos.

Las técnicas constructivas evidencian unos procesos muy sencillos, habría que relacionarlo con la ausencia de unas redes de intercambio consolidadas. Este panorama, sin embargo, estaría empezando a cambiar. Empiezan a aparecer procesos que requieren especialización, como la sillería, enlucidos decorativos, o la regularización en la fabricación de tejas, por ejemplo. Esto evidencia la existencia de un artesanado que no viviría exclusivamente de la producción de alimentos. Para llegar a este punto la sociedad ha debido evolucionar, gracias al comercio, hasta un punto en que pueda asumir esta mano de obra.

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